Diario de unas vacaciones de verano

Día 1

Al fin nos vamos. Destino: Cadaqués. Con un retraso de veinticuatro horas y varios imprevistos salimos de Terrassa a eso de las 11 de la mañana del lunes. Normalmente en dos horas de carretera se llega al pueblo, pero hoy nos hicimos unas cuatro. La caravana de autos era espectacular. Curvas y curvas repletas de coches a vuelta de rueda y en fila india. La cosa buena es que Andreu se fue dormido todo el trayecto. La cosa chistosa fue que mi cuñada, que viene con nosotros unos días, decidió bajarse a fumar un cigarrito y caminar, al fin que estábamos parados. La Ley de Murphy entró en acción y en cuanto ella se bajó la caravana empezó a moverse con lo que la Susi por poco y llega al pueblo a pie; la recogimos a la entrada.


Día 2



Calor en su punto, ideal para un día de playa. Nos dimos un chapuzón desde las rocas. El mar estaba un poco picado y heladito, pero aún así y con snorkel en mano hicimos de las nuestras. Al enano lo paseamos en su barquita inflable. Ah que rico.
La cosa buena: todo todito el día.
La cosa mala: Me hubiera gustado bucear un poco más.


Día 3


Magnífico, fuimos a visitar un castillo medieval en lo alto de una montaña. Para llegar subes por una carreterita de curvas y sigues subiendo hasta que crees que vas a llegar al cielo. A la orilla de la carretera se despliega un valle impresionante enmarcado por el mar. El azul Mediterráneo contrastando con el verde olivo. Al llegar, los últimos 500 metros se hacen a pie, yo con mi niño a cuestas y él feliz. El Castell de San Pere de Rodes se construyó en el siglo IX y era un monasterio. Hoy esta vacío pero no cuesta nada imaginarse lo grandioso que fue.
La cosa buena: todo menos la cosa mala.
La cosa mala: se nos hizo tarde y tuvimos que comer pizza congelada, y eso no combina con un grandioso castillo medieval.


Día 4

Un día raro, como pesado, con el sol que no quiso cuajar y un viento de tramuntana que tampoco se animó del todo. Hizo fresco y una que sale de casa sin reboso. La mayor parte del tiempo lo pasamos con los tíos de Noël, siempre tan buenos anfitriones. Mi cuñada escogió este día ya de por sí torcido para hablar conmigo face-to-face y en total, todo esto me dejó con un poco de migraña y un mucho de malviaje.
La cosa buena: los macarrones de la tieta Dolores y el paisaje desde su casa.
La cosa mala: todo lo demás.



Día 5

Nos fuimos al Centre de reproducció de tortugues de l'Albera. Un lugar perdido entre olivos al final de una carreterita en el que por una módica cantidad apoyas a quienes se preocupan por salvar a la tortuga mediterránea en peligro de extinción. Haces un pequeño recorrido a través de su hábiat natural y las observas. Había unas tomando el sol y nadando, otras comiendo, otras ahí nomás, pero lo más impresionante fue ver a ese par de tortugas gigantes que eran casi del tamaño de Andreu. No supimos la edad de esos tremendos ejemplares, pero yo diría que eran prehistóricas. Andreu estuvo fascinado y eso fue lo mejor. Lo malo fue el retorno a Cadaqués pues tuvimos que chutarnos una cola como de hora y pico para entrar al pueblo, cero y van dos. La tramontana sigue y esto ha evitado que vayamos a la playa. A ver si mañana mejora la cosa y sale el sol sin viento.

Día 6

De nuevo ventizca. Como el clima no está para chapuzones, Eduard nos invitó a pasear en su lanchita. Andreu estuvo feliz y hasta le dejaron conducir! A mí me impresionaron las casitas de la zona, yo quiero una así.

Día 7


Por fin solecito. Es nuestro último día y decidimos aprovecharlo en el mar. Hicimos un poco de snorkel y Andreu gozó en su barquita salvavidas. Por la noche unas pizzas, unos vinos y a empacar. De vuelta a casa.
PD: aún no he descifrado lo que significa la señal secreta de Andreu...