
Caminábamos hacia casa ya tarde, como a las 11 de la noche cuando por detrás de unos contenedores de basura se nos acercó un hombre joven, marroquí, y en perfecto español nos pidió comida. Dijo que no quería dinero, que llevaba dos dias sin comer y que por favor, si viviamos cerca de allí, que le llevaramos comida. Lo llevamos a un bar en donde le compramos un bocadillo y una botella de agua. El hombre se tapó la cara y se puso a llorar sin consuelo, avergonzado. Se agachó en cuclillas y comenzó a comer. Le intentamos consolar, le preguntamos qué le había pasado. Resulta que venía de Alicante a renovar su permiso de trabajo, y en la estación de tren de Barcelona, unos paisanos suyos le robaron todo su dinero. No sabemos si la historia es verdad o mentira, la cuestión es haber presenciado a un hombre llorando y pidiendo comida, bendiciéndonos por nuestra ayuda, que en realidad no fue ninguna.
Le dimos lo que traiamos de dinero y le indicamos cómo llegar a un servicio de ayuda social, para ver si le daban un lugar para pasar la noche. Se llama Abdulah y espero que hoy vaya en el tren de regreso a Alicante.
Qué doloroso migrar, encontrarse perdido, hambriento en casa y fuera de ella también. Qué terrible es el miedo, el miedo entre personas, la desconfianza entre seres humanos que no saben cómo ayudarse, cómo aproximarse. Esta sacudida nos dejó aterrizados, conscientes de nuestra fortuna y el estado de bienestar absoluto en el que vivimos.
3 comentarios:
Bien por ustedes, buena semilla tiene Andriu,tía rosy
¿Qué tal? Como se pueden cruzar los caminos de personas que vienen de mundos totalmente distintos y como un encuentro tan efímero nos hace que nos demos cuenta de los afortunados que somos. Qué curioso que les haya pasado esto justo antes de que nazca Andreu, como para reforzar su unión y como buen augurio. Ademas, todos sabemos que las casualidades no existen y esto me deja pensando..... What if God was one of us?
Bonita reflexion. Gracias!
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